Las tres religiones Abrahámicas establecen que las mujeres deben cubrir su pelo como símbolo de modestia. Es así como la hijab musulmana, el velo o la mantilla católica y los pañuelos o el mitpachat judío manifiestan esa tradición. Hasta ahí la historia es fácil de comprender, lineal, binaria. El pelo es sensual entonces cubrirlo es modesto. En Israel me ha sorprendido encontrar que, el barrio más ortodoxo de Jerusalén, algunas mujeres casadas cubren su cabeza con pelucas. Unas melenas perfectamente peinadas, con iluminaciones y de una suavidad y brillo que provoca acariciarlas!!
Lo poco que voy observando del Judaísmo es que es bastante literal frente a las instrucciones de sus libros sagrados, interpretados por personas (tradicionalmente hombres) dedicados a estudiarlos. Obviamente el nivel de religiosidad individual determina el nivel de cumplimiento de éstos lineamientos y de ahí todo el universo de expresiones, como ocurre en las demás religiones. Que en una versión religiosa, las mujeres hayan logrado normalizar cubrir sus cabezas con pelucas, exaltando su belleza y su feminidad argumentando que igual se logra la barrera física entre su pelo real y el mundo, es para mí una ¡una pequeña revolución! Una muestra de cómo este país curioso, creativo y hecho a pulso se atreve a hackear el sistema.