Cada vez se siente con más fuerza -y desde espacios y personas inesperadas, un llamado a vivir desde lugares más conscientes. Es un privilegio estar vivo en este momento de la historia humana; ser testigo de esta dilución de fronteras que nos tiene a muchos respirando, hablando de vulnerabilidad, haciendo ejercicio, comiendo más sano, escribiendo diarios de gratitud, etc X100.
Al mismo tiempo, es un poco abrumadora esta explosión luminosa: es fácil «perderse» entre la proliferación de maestros, las reflexiones infinitas, los podcast, los libros, las miles de prácticas disponibles y terminar convencido que uno es «particularmente» especial o evolucionado. Caer en esta trampa de «superioridad moral» es un riesgo real; para mitigarlo, es necesario cultivar la auto-observación para sentir cuándo estamos realmente siendo luz para otros y cuándo empezamos un poco a «quemar», a hacer daño a otros o a nosotros mismos con relatos únicos de lo que significa ser un buen ser humano.
Richard Feynman dice que el primer principio que uno debería tener es no engañarse a uno mismo, a pesar de ser la persona más fácil de engañar. Esta idea tan potente, me ha inspirado a crear esta lista de 7 preguntas a las que recurro de vez en cuando para calibrar la humildad.
- ¿En las últimas semanas he hecho juicios de valor desde un lugar de ego, sintiéndome que sé más o soy más que otra persona?
- ¿Me estoy cerrando en círculos o tribus con pensamientos homogéneos que validan mis propias creencias y prácticas?
- ¿Estoy experimentando con nuevas prácticas de desarrollo y autoconocimiento sin darme el tiempo de digerir la última experiencia?
- ¿Me las estoy dando de gurú, bien sea en mi casa con mis hijos y familia, con amigos, en mi trabajo o en lo comparto en redes sociales?
- ¿Estoy cultivando la curiosidad y el asombro genuino?¿Qué tan bien estoy escuchando?
- ¿Qué tan compasiva estoy siendo conmigo mismo y con mis amores más cercanos?
- ¿En qué momentos he observado que mi ego se disfraza de humildad?
Que no ilumine tanto que queme.